Relación entre Ictericia y Autismo

Los bebés recién nacidos que sufren de ictericia podrían estar en mayor riesgo de desarrollar autismo posteriormente, según sugiere una investigación reciente. Sin embargo, otros expertos señalan que se necesitan más estudios antes de probar causalidad.

Investigadores de Dinamarca analizaron información de registros nacionales que incluían a todos los niños daneses nacidos entre 1994 y 2004, unos 734,000.

Los bebés que desarrollaron ictericia grave en los días tras nacer tenían 67 por ciento más probabilidades de ser diagnosticados con autismo más adelante. Los bebés que sufrían de ictericia también eran más propensos a desarrollar otros tipos de retrasos en el “desarrollo psicológico”, según el estudio.

Cuando las estadísticas se analizaron más a fondo, los investigadores encontraron que el aumento en el riesgo de autismo únicamente se daba en los niños nacidos en otoño e invierno (entre octubre y marzo) o en aquellos cuyas madres habían dado a luz antes. Esos niños tenían un riesgo entre dos y tres veces superior de desarrollar autismo.

“Se trata de un hallazgo interesante al que se debería dar seguimiento con más estudios mecanicistas”, apuntó Alycia Halladay, directora de investigación en ciencias ambientales de Autism Speaks. Halladay no participó en el estudio.

No hubo una asociación aparente entre la ictericia y el autismo en los niños primogénitos, ni en los nacidos en la primavera y el verano (entre abril y septiembre), según el estudio, que aparece en la edición en línea del 11 de noviembre de Pediatrics y será publicado en la edición impresa de noviembre de la revista.

Los autores del estudio dijeron que compensaron por factores como el peso al nacer, que podrían afectar el riesgo de ictericia. Los bebés prematuros están en mayor riesgo de ictericia.

La ictericia es la afección más común en los recién nacidos que requieren de atención o de readmisión al hospital, según la información de respaldo del estudio.

Ocurre cuando la bilirrubina, un producto secundario de la descomposición de los glóbulos rojos, se acumula, dando a la piel y al blanco de los ojos una tonalidad amarillenta. Por lo general, el hígado se encarga de la bilirrubina, que se excreta como bilis a través de los intestinos.

Pero en muchos bebés, la bilirrubina no se puede descomponer con la velocidad suficiente, porque sus hígados siguen en maduración.

Investigaciones anteriores sobre una relación entre la ictericia y el autismo no han sido concluyentes, apuntó Halladay. Un estudio de 2005 de niños de California no encontró evidencia de una conexión entre ambas afecciones. Pero estudios más recientes en Suecia y Dinamarca sí encontraron una asociación, aunque no prueba de causa y efecto, entre la ictericia y los trastornos del espectro autista.

El autismo es un trastorno del desarrollo que causa problemas con las habilidades sociales y de comunicación, y puede llevar a conductas repetitivas o restrictivas. Dado que la afección tiene un rango tan amplio de síntomas y grados de gravedad, el autismo ahora se conoce como trastornos del espectro autista. Alrededor de uno de cada 110 niños de EE. UU. sufre del trastorno, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.

Los expertos recalcan que es probable que el autismo no tenga una sola causa, sino que múltiples factores genéticos y ambientales podrían contribuir al trastorno.

Nadie sabe exactamente cómo la ictericia podría tener que ver con el autismo, señaló el Dr. Gary Goldstein, profesor de pediatría y neurología de la Universidad de Johns Hopkins, y presidente y director ejecutivo del Instituto Kennedy Krieger en Baltimore.

“La bilirrubina es una neurotoxina que puede afectar las vías del habla, el lenguaje y la audición en el cerebro”, explicó. “Entonces se podría imaginar cómo, si alguien tiende genéticamente al autismo, podría ser un desencadenante”.

Goldstein dijo que aunque el nuevo estudio es “interesante”, tiene limitaciones. Los autores del estudio no confirmaron que los niños tenían autismo revisando sus expedientes médicos ni llevando a cabo exámenes. Los investigadores tampoco tenían medidas de los niveles de bilirrubina en la sangre, así que no hay forma de saber si a mayor gravedad de la ictericia había más probabilidades de autismo. Tampoco se sabe cómo o si los bebés fueron tratados por la ictericia, y cómo eso podría afectar el riesgo de autismo, apuntó.

Si un bebé parece tener ictericia, hay que notificar al pediatra. La luz solar ayuda en la descomposición de la bilirrubina, aseguró Halladay, así que los médicos pueden recetar fototerapia para la ictericia entre leve y moderada. Y aunque la ictericia por lo general se cura con facilidad, puede tener causas y consecuencias más graves en los casos severos, advirtió.

En una noticia relacionada, un estudio que aparece en la edición de noviembre de la revista The American Journal of Psychiatry sugiere que los hermanos de ambos sexos de los niños que tienen autismo podrían ser más propensos a retrasos neurológicos sutiles u otros problemas de lo que se sospechaba antes.

La investigación, que se basó en datos de casi 3,000 niños rastreados en la Red Interactiva del Autismo, encontró que alrededor de uno de cada cinco hermanos que se pensaba no estaban afectados por características del tipo autístico en realidad experimentan retrasos en el lenguaje o problemas del habla a principios de la vida. El estudio también sugiere que la preponderancia de rasgos autistas en los chicos frente a las chicas podría no ser tan pronunciada como consideran los expertos.

“Muchos hermanos de niños con el espectro tienen rasgos subclínicos significativos de autismo, pero por algún motivo nunca desarrollan el trastorno del todo”, apuntó en un comunicado de prensa de la Universidad de Washington el autor del estudio, el Dr. John N. Constantino, de la Facultad de medicina de la universidad en San Luis.

FUENTES: Alycia Halladay, Ph.D., director, research, environmental sciences, Autism Speaks, New York City; Gary Goldstein, M.D., professor, pediatrics and neurology, Johns Hopkins University, and president and CEO, Kennedy Krieger Institute, Baltimore; November 2010 Pediatrics; news release, Washington University School of Medicine, St. Louis

HealthDay

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