Patología Hipofisiaria

Entre tanto la clínica y la fisiología continuaban haciendo sus aportes. Al comienzo de la primera guerra, Simmonds realizó varias publicaciones que mostraban que la hipófisis destruída –por observación de necropsias- se asociaba con síntomas considerados de hipopituitarismo, entre los que incluyó la caquexia. Años más tarde el ginecólogo inglés Sheehan demostraría la necrosis hipofisiaria posparto como un importante mecanismo de producción de un síndrome de plurideficiencia hormonal, lo que se sumaba a otras causas de destrucción de la hipófisis como los tumores, infiltraciones, etc.que hicieron que se hablara del síndrome de Simmonds-Sheehan al referirse al hipopituitarismo. El control hipofisiario de las gonadas se demostró por conocidos estudios de Ascheim y Zondek, y los crudos extractos de dos hormonas (FSH y LH), por Febold, Hisaw y Leonard y por los estudios de Evans.

En este campo de la hipófisis debemos mencionar los inmensos aportes hechos por el profesor argentino Bernardo Houssay y el neurocirujano de Boston Harvey W. Cushing.

Supl31PatologiaCushing (1869-1939) fue uno de los profesores que más contribuyó al conocimiento de la endocrinología como rama clínica, además de que desarrolló enormemente el campo de la neurocirugía. Curiosamente este reconocido biógrafo de William Osler (trabajo por el cual fue merecedor del premio Pulitzer) recorrió y trabajó en algunos de los centros que también habían sido testigos del eminente internista. Cushing egresó de Harvard, se entrenó en Hopkins con Halstead, viajó a Europa y trabajó en Alemania con Kocher y en el Reino Unido con Horsley (quien exitosamente había logrado operar algunos tumores hipofisiarios), regresó a Baltimore para finalmente trasladarse a Boston, donde fue neurocirujano del Peter Bent Brigham Hospital (actualmente llamado Brigham and Women’s Hospital). Cushing fue un muy hábil neurocirujano que creía que la intervención en si misma era la parte menos importante del trabajo de un cirujano, pues fue un gran promotor de la cirugía experimental. Desarrolló muchos de las técnicas y procedimientos básicos neuro-quirúrgicos actuales y entre sus investigaciones se encuentran –además de la descripción del reconocido síndrome de Cushing por adenomas basófilos, antes denominado síndrome poliglandular- un método para destruir el ganglio del trigémino (para la neuralgia), analgesia infiltrativa, descripción de las funciones de la hipófisis, hipofisectomía experimental y una introducción a la electrocoagulación.

En 1901, un año antes del descubrimiento pionero de la secretina, Cushing se interesó en la hipófisis pues le tocó ver un caso –del cual no pudo hacer el diagnóstico etiológico- que presentaba síntomas de infantilismo sexual, obesidad, cefalea, corta estatura y trastornos visuales que resultaron asociados con un tumor hipofisiario. Conoció entonces las descripciones de Frölich en Viena, asistió a unas conferencias sobre la pituitaria dictadas por Schäfer –aquel profesor londinense que con Oliver describiera las acciones hipertensivas tanto de la epinefrina como de los extractos neuro-hipofisiarios y que fuera docente de Bayliss y Starling- y conoció una nueva técnica para abordar la hipófisis en perros. Se convirtió en su interés primordial el poder llegar a aquella pequeña glándula infracerebral que se encontraba tan protegida por estructuras óseas (la silla turca) y meníngeas. Así se dedicó a hacer hipofisectomías en muchos animales, y tratar de correlacionar la clínica que seguía con las funciones hipofisiarias. De allí postuló (al tiempo que mejoraban las técnicas histoquímicas) que la acromegalia era debida a un exceso de hormona del crecimiento producida en tumores eosinófilos y que el síndrome poliglandular –con adiposidad, hipertensión, diabetes, osteoporosis y otras manifestaciones- era en realidad causado por tumores basófilos en el centro de la hipófisis, por lo que este basofilismo hipofisiario comenzó a denominarse enfermedad de Cushing. Su creciente experiencia con pacientes que presentaban tumores hipofisisarios lo llevó a concluir que los tumores que generaban hipofunción eran responsables del síndrome adiposo-genital y de unas formas de enanismo, mientras la hiperfunción causaba la acromegalia y el gigantismo, pero además hizo énfasis en que las disfunciones hipofisiarias tenían una marcado efecto sobre el resto de las glándulas del sistema endocrino. Estuvo estrechamente relacionado con la fundación de la Endocrine Society.

Para 1907 –época en la que Cushing iniciaba su extenso trabajo sobre la hipófisis- un estudiante de medicina de un lejano país austral en el llamado Cono Sur, empezó a interesarse también en esta glándula, tras haber visto un caso de acromegalia. Para 1911 –cuando presentó su tesis de grado- y en los años que siguieron, particularmente diez años más tarde cuando Banting descubriera la insulina, Bernardo A. Houssay desarrolló una serie de técnicas para remover la pituitaria de ranas, sapos y perros, examinando tras una larga serie de experimentos los efectos fisiológicos de extractos de hipófisis posterior y de sus implantes sobre músculos, útero, metabolismo de los carbohidratos, tiroides y suprarrenales. ¿Por qué la neurohipófisis? Porque en aquella época se consideraba que si algo tenía que ver la hipófisis con el metabolismo hidrocarbonato o con la diabetes asociada a la acromegalia, era por la parte neural de la glándula. Se subestimaba el efecto del lóbulo anterior, demasiado fugaz, cuyos tejidos eran bastante inaccesibles. Interesado en dilucidar la relación entre hipófisis y páncreas, destinó varios años en la preparación y estandarización de insulina, con lo que luego pudo demostrar una mayor sensibilidad a la acción hipoglicemiante de la hormona de Toronto en los perros hipofisectomizados. La acción antagonista de la insulina la producía el lóbulo anterior, no el posterior, que no tenía en realidad efecto alguno. El problema diabético se generaba por una escasa metabolización de la glucosa, que llevaba a la hiperglicemia. La diabetes del sapo o del perro pancreatectomizados era contrarrestada por la hipofisectomía, y la hiperglicemia leve del animal parcialmente pancreatectomizado se agravaba con la administración de extracto de hipófisis anterior.

A pesar de Cajal –y de Marañón- la ciencia no hablaba castellano. No importaba lo que empezaban a producir el mismo Houssay, Foglia, Leloir o Braun-Menéndez, las publicaciones en español eran ignoradas por los científicos del norte, y los prestigiosos Journals del momento no publicaban los resúmenes en inglés que Houssay enviaba. El efecto diabetogénico de la adenohipófisis no pudo ser inicialmente reproducido en los Estados Unidos pues no usaban las mismas técnicas del bonaerense para preservar los extractos hipofisiarios. Hasta que todo fue confirmado por Herbert McLean Evans y Myriam Simpson en Berkeley, quienes trabajaban en otros aspectos de la elusiva hipófisis anterior. Houssay había dicho que …la adenohipófisis era el órgano directriz y central de la constelación endocrina… una década antes de que se observara cómo esta glándula controlaba el crecimiento, la reproducción, el metabolismo y la función de otras glándulas periféricas, a través de seis diferentes hormonas. Las glándulas sin conducto no actuaban de manera independiente, sino que guardaban complejas interrelaciones así se conocieran inicialmente de una manera reduccionista. El aislamiento, purificación y síntesis de dichas hormonas fortalecería el pensamiento del argentino, quien posteriormente sería galardonado con el premio Nóbel de Medicina y Fisiología, habiéndonos también dejado un completo texto sobre esta última ciencia.

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