Editorial: Consideraciones sobre Etica y Colegaje

La motivación en la difusión de estas consideraciones sobre Etica y Colegaje en que nos hayamos comprometidos en el Comité de Etica de la SCOTT, obedecen a la directriz que su actual presidente ha querido dar.

En la medida que nos empapamos más de estos temas y nos enfrentamos con la realidad ética nacional. Nos damos cuenta de lo acertado y afortunado de la decisión del señor presidente de llevar como uno de los bastiones de su gestión la cuestión ética.

Consideramos que tan importante es la educación académica como lo debe ser la formación ética. Ojalá el trabajo continúe porque lo vemos como una labor de trascendental importancia para la formación integral de las nuevas generaciones de ortopedistas colombianos.

La ética es la ciencia filosófica que estudia el comportamiento moral de los hombres en sociedad. Expone y fundamenta científicamente principios universales sobre la moralidad de los actos humanos. Es una ciencia práctica porque tiene por objeto la conducta moral humana y porque su supuesta normatividad proviene de su objeto: la moral.

Moral en filosofía moderna es el conjunto de normas que aceptadas libre y conscientemente regulan la conducta individual y social del ser humano. La palabra moral ha tenido connotaciones de tipo religioso y es por esto que muchos entienden por moral el conjunto de normas de conducta dadas por una religión: se habla de moral judía, cristiana, mahometana.

La moral está relacionada con el concepto de lo bueno y de lo malo, de lo que uno debe o no debe hacer.

Este concepto está ligado a las costumbres, lo que permite deducir que no es un concepto permanente sino variable. Es decir, debido a que las costumbres pueden ser caminantes, la moral también lo podría ser. Pero la ética que es la exigencia mayor del ser humano es única.

Uno de los muchos ejemplos que se pueden citar fue la esclavitud que fue lícita moralmente para quienes la practicaban porque la costumbre así lo imponía. Pero siempre fue cuestionada desde el punto de vista ético.

La ética médica es una disciplina que se ocupa del estudio de los catos médicos desde el punto de vista moral, y los califica como buenos o malos. Estos actos médicos se realizan con el paciente (ética médica individual) o frente a la sociedad (ética médica social).

Vacío ético en Colombia

Los valores éticos en nuestro país están en crisis y como lo menciona G. Remolina en su documento, Colombia una casa para todos, programa por la paz: “cuando se suprime un valor dentro de un determinado sistema ético. Éste se desequilibra, si no es sustituido o reemplazado por otro valor, y va produciendo un vacío cada vez más desestabilizador que actúa a manera de reacción en cadena”.

El vacío ético en Colombia se manifiesta de muchas maneras:
    • Desconocimiento del valor de la vida humana
    • Intolerancia cultural, social y política
    • Abuso del poder económico, político y social
    • Deficiencias graves en la administración de justicia: impunidad
    • Insensibilidad política y social frente a los sectores marginados y rurales
    • Engaño, abuso y fraude en el manejo de los dineros públicos
    • Prioridad de valor absoluto otorgado al dinero
    • Ausencia de compromiso social auténtico en los legisladores
    • Irresponsabilidad frente a la familia, la comunidad y el Estado
    • Falta de compromiso ético-social en el ejercicio de las profesiones
    • Carencia de una educación ética innovadora y creativa, que refuerce
    • los valores el entorno social

De aquí se concluye que para el inmediato futuro se impone un compromiso educativo, en el que todos tenemos que contribuir con nuestro grano de arena, una misión: construir una ética común, de compromiso colectivo, secular, democrática, basada en la justicia y tolerancia.

Los conceptos éticos son antiguos, tienen más de 25 siglos. Sócrates (siglo V a.C.) ha sido considerado como su fundador ya que el primero en señalar y definir las virtudes éticas y en cuestionar la forma como debemos vivir. Antes de él las virtudes eran de los dioses, y sólo se le atribuían a los hombres virtudes guerreras o de atributos físicos.

Se acepta que la ética médica arranca desde la época de hipócrates, contemporáneo de Sócrates, con su juramento, (siglo V a.C.). El juramento tal como paso a la posteridad encierra valores morales intemporales. Respeto por la vida, no hacer daño nunca, beneficiar siempre, ser grato, ser reservado.

Estos valores giran alrededor del hombre, por lo que se acepta que es a partir de Hipócrates que la medicina comienza a perder su carácter sagrado.

Se plantea que las enfermedades no tienen origen divino y el médico debe preocuparse por conocer su origen y la forma de tratamiento.

El Juramento Hipocrático también expresa normas de colegaje: “tendré a quien me haya enseñado el arte de la Medicina, igual que a mis padres”. “Si necesitare dinero compartiré con él mi dinero” “Tendré a sus hijos como igual a mis hermanos y les enseñaré sin cobrarles”.

Posteriormente viene la influencia de la religión judeo cristiana, que reforzó la orientación naturalista de la medicina griega. En los textos sagrados del Antiguo Testamento. En el Eclesiastés (siglo II a.C.), La medicina y el médico inspiran una admiración pues el documento es una invitación a honrarlos.

Menciona que la medicina tiene carácter divino ya que el médico fue hecho por Dios para beneficio del enfermo, es decir, es un intermediario suyo. La enfermedad es consecuencia del pecado, la curación se obtiene con la oración y el arrepentimiento.

Dios creó los medicamentos y le permitió a los médicos conocerlos. El paciente debe apartarse del pecado, y dedicarse a la oración, para que puedan tener efecto los remedios.

Con el advenimiento de Jesús de Galilea, sus doctrinas humanitarias, de justicia y de amor al prójimo. Sobre todo al prójimo minusválido y enfermo se consolidaron como el fundamento moral del ejercicio de la medicina.

Metafóricamente Jesús fue llamado “Médico” por las múltiples curaciones que realizó, sin ningún tipo de retribución, sólo por amor al hombre. Este espíritu cristiano influyó para tratar desinteresadamente al hombre enfermo, dándole de nuevo características sacerdotales al ejercicio profesional.

La medicina quedó entonces en manos clericales por muchos años. Con ellos nacieron los hospicios y los hospitales y las iglesias y los monasterios se convirtieron en lugares de peregrinación para los enfermos. Fue una medicina teologal manejada por una “iglesia terapeuta”.

Este concepto comienza a perder vigencia cuando con oraciones no es posible contener las enfermedades y sobre todo las epidemias que merman poblaciones enteras en Europa. Comienza a desaparecer la iglesia terapeuta.

Se fueron imponiendo nuevas corrientes del pensamiento humano como el idealismo y la ilustración. Con éstas se derrumbó el dogmatismo medieval, y el estudio de las ciencias era el camino para llegar a la sociedad perfecta.

Comenzó a tener auge la premisa que sólo podía creerse en lo que pudiera ser confirmado por lo sentidos.

La autoridad y el paternalismo de los soberanos, basados en el concepto de que éstos eran intermediarios divinos, se cuestionaron para darle el paso al concepto del estado con orientación secular.

La Revolución Francesa fue el corolario de esta tendencia ideológica. La promulgación de los derechos del hombre y del ciudadano que hiciera la asamblea Francesa en 1789 dio al individuo una verdadera condición de persona, un sitio respetable dentro de la sociedad.

A mediados del siglo XIX Augusto Comte promulga su positivismo y refuerza las teorías anteriores proyectándolas hacia lo social. Establece la incompatibilidad de la ciencia con la teología y sólo hay que aceptar lo que sea asequible a nuestra inteligencia.

A pesar de semejante vuelo, el principal gestor de la medicina es decir el médico, continuaba actuando a la manera de los hipocráticos: con gran respeto por la vida humana. Con el propósito firme de proporcionar beneficio pero sobre todo con un exagerado instinto paternalista.

El enfermo o paciente continuó siendo tratado como un “incapacitado mental”, sometido al criterio de un “déspota ilustrado”: el médico.

A mediados del siglo XX gracias al avance de la ciencia y la tecnología, la Medicina muestra grandes progresos enfermedades mortales o incurables dejan de serlo.

En 1948 la Organización de las Naciones Unidas promulga la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que se constituyó en una universalización de lo logrado en el siglo XVIII por la Asamblea Nacional Francesa.

A raíz de los sorprendentes avances de la ciencia en el terreno de la biología los moralistas actuales han establecido que si no se le añade ética a la ciencia, corre peligro la supervivencia de la humanidad.

Como este afán científico insaciable y transformador se ha convertido en una amenaza para el individuo la sociedad y en general para la especie surge la necesidad de una nueva ética científica y nace la Bioética. Leopold Van Renssealaer Potter, es considerado su iniciador.

Médico oncólogo y profesor de la escuela de medicina de la Universidad de Wisconsin publicó en 1971 un libro que tituló “Bioethics, Bridge to the future”, interesado en la relación del hombre con la tierra. Las plantas y con todo su entorno llegó al convencimiento que si no se le pone freno al comportamiento humano frente a la naturaleza peligra la supervivencia del planeta.

La Bioética es una ciencia multidisciplinaria que relaciona conocimientos biológicos y valores humanos. Pretende ser un puente entre la ciencia y el humanismo.

Vemos entonces que los conceptos de la ética médica actual se basan en tres conceptos.
    1. Autonomía (paciente)
    2. Beneficencia (médico)
    3. Justicia (Estado)

La autonomía hace referencia que todo ser humano es un agente moral autónomo y como tal debe ser respetado e informado de todas sus situaciones.

El benefactor del paciente sigue siendo el médico, pero teniendo siempre en cuenta lo que piensa, desea y acepta el paciente.

La justicia social es un nuevo concepto que promulgan hoy en día casi todos los gobiernos y no es otra cosa que el derecho al bienestar que posee todo individuo y que de alguna manera tiene que ser una función del Estado.

Colegaje médico

Ser “buen médico” con todas las características, cualidades y responsabilidades que esto conlleva implica necesariamente el ser “buen colega” estos dos conceptos no se pueden desligar. El segundo es consecuencia necesaria del primero.

Debemos insistir entonces en que no pueden existir cátedras que enseñen a los médicos a ser buenos colegas. Ser buen colega es fruto de su buena formación integral cuya base es una buena formación familiar, académica y humana.

A pesar de las modificaciones que han surgido en el ejercicio de la medicina actual sigue siendo válido el concepto que expresó en la edad media el médico y filósofo judeo-español el rabí Mosé ben Maimón más conocido con el nombre de Maimónides: “la medicina es algo más que una ciencia o un arte. Es una misión totalmente personal”.

Esto significa que nuestra profesión sigue siendo la ciencia y el arte creados para aliviar el sufrimiento.

Quien ejerce la medicina debe entender que esta profesión debe ser tomada como una vocación. Es decir un llamado interior, que es el que habrá de alentarlo y reconfortarlo en los momentos difíciles. Tal como sucede en profesiones tan altas y nobles como el sacerdocio.

Escribir sobre los valores, principios y características del médico puede ser motivo de un tratado. Pero hay unas bases elementales sin las cuales no se puede ser buen profesional ni buen colega: quienes la ejercen deben ser personas honestas, con principios y valores correctos para la sociedad.

Siendo una profesión de servicio, uno de cuyos principales objetivos es el de aliviar el sufrimiento. Debe ser ejercida éticamente, con más exigencia que cualquiera otra, puesto que es un servicio social y debe estar basada en querer hacer el bien.

Mencionemos brevemente algunas cualidades médicas, base fundamental para ser buen colega:
Honestidad:

es un comportamiento según el cual las palabras y las acciones reflejan la conciencia y el pensamiento y se ajustan a las normas legales y morales de la sociedad. Es decir es la coherencia que debe existir entre el pensamiento y las acciones.

Respeto:

Es un comportamiento mediante el cual la dignidad propia y ajena rigen toda la relación interpersonal e impone que la decencia. En palabras y actos prime sobre cualquier otra consideración.

Benevolencia:

Es una característica crucial, en todo acto médico se debe buscar fundamentalmente el bien del paciente. El médico debe no sólo ser un buen médico sino una persona buena a la vez. Se debe insistir en el bien físico, psíquico y social.

La regla de oro es:

Trata a tu paciente como quisieras que te traten a ti.

Erudición:

El médico necesita conocimientos teóricos y habilidades prácticas para ejercer la medicina con eficiencia. Se ha convertido que la medicina tiene mucho de ciencia y ese saber científico hay que saber asimilarlo: un médico necesita capacidad intelectual para el aprendizaje y para la formación de juicios y razonamientos correctos.

El médico tiene la obligación ética de adquirir una preparación suficiente en calidad y en cantidad para brindar la mejor a su paciente.

Parte de sus deberes, consignados en el juramento hipocrático está el transmitir estos conocimientos a sus colegas siempre que tenga la oportunidad de hacerlo.

Los conceptos de colegaje médico se han esbozado desde hace 25 siglos. El Juramento Hipocrático, tiene normas de colegaje:
    • “Tendré a quien me haya enseñado el arte de la medicina,
    • igual que a mis padres”
    • “Si necesitare dinero compartiré con él mi dinero”
    • “Tendré a sus hijos como igual a mis hermanos y les
    • enseñaré sin cobrarles”
    • “Comunicaré los preceptos e instrucciones orales y todos
    • los conocimientos a mis hijos, a los hijos de quien me ha
    • instruido, y a quienes han jurado de acuerdo a las leyes médicas”.

Con este juramento se dictaron las primeras normas sobre el ejercicio de la profesión. Vale la pena anotar que el juramento hipocrático representa un comportamiento de un cuerpo colegiado de médicos, dictan normas de autorregulación de la profesión. Es un verdadero Colegaje Médico.

En Colombia 25 siglos después aún no existen unas normas o leyes de práctica médica dictadas por una Asociación Médica Nacional. Siempre nos han sido impuestas pro otras entidades.

La declaración de Ginebra adoptada por la asamblea de la Asociación Médica Mundial, en 1948, puntualizó que todo médico al recibir su título debe prometer: “otorgar a mis maestros los respetos, gratitud y consideración que merecen y considerar como hermanos a mis colegas”.

En nuestro país en la actualidad nos rige la Ley 23 de 1981, que al respecto menciona: “la lealtad y la consideración mutuas constituyen el fundamento esencial de las relaciones entre los médicos”.

Vale la pena recordar que hasta la mitad del presente siglo la medicina era una profesión liberal ejercida privadamente en donde la relación era médico-paciente hoy en día se interponen más personas y entidades.

Se ha ido socializando, el estado cada vez influye más en el manejo y el médico en muchas ocasiones ha pasado de ser un profesional independiente a un asalariado, o empleado de servicio público.

Lo anterior no excluye que la relación de colaboración que debe existir entre colega debe continuar. Así como la práctica de lo que llamamos deberes con los colegas. Mencionemos algunos de estos deberes que nos obligan con nuestros colegas en la práctica diaria de la medicina:
Educación:

Inculcar las relaciones de respeto, ayuda y cordialidad que deben existir entre colegas es crucial durante la formación académica de pre y postgrado. En este proceso educativo. La educación mediante el ejemplo, es esencial para formar un buen colega. Está establecido que una de las fases más importantes del aprendizaje es la enseñanza mediante el ejemplo.

Fue de nuestros profesores en la facultad de medicina de conde recibimos, a través de su comportamiento ético frente a los colegas. Las primeras enseñanzas de colegaje. No sería lógico que nuestros estudiantes nos oyeran insistir en la trascendencia que tiene en esta época el ser buen colega pero que viera en nuestras actuaciones una actitud diferente a la que pregonamos. Las actitudes de colegaje de un joven médico serán similares a las que vio y aprendió de sus maestros.

Respeto al prestigio:

Esto hace referencia al imperativo de no denigrar de nuestro colega, por ningún motivo. Esta práctica se ha vuelto común aún en reuniones sociales. También se deben evitar los malos comentarios sobre colegas frente a los pacientes.

Estos comentarios desafortunados que desacreditan la práctica de un colega alabando exageradamente la propia y poniéndola como la mejor opción, además de ser una clara falta de ética, se presentan con el ánimo de “ganar clientela” o prestigio como el más “idóneo” y lo que generan es desconfianza de la población frente al gremio médico.

Actitud ante el error médico:

Como en toda actividad humana la práctica de la medicina está sujeta a que se presenten errores de parte de los médicos. Frente a una situación de esta naturaleza nuestra actitud debe ser de colegaje y comprensión.

Esto significa que tenemos que ser encubridores de nuestro colega, hay que tener presente que nuestro compromiso ético es en primer lugar con el paciente. Es una conducta apropiada comunicarse con el colega tratante y de una manera delicada pero clara hacerle saber la situación.

Cuando detectamos errores repetitivos de parte de un colega hay obligación de ponerlo en conocimiento de los organismos de control disponibles según la Ley de Etica Médica. (jefe del departamento, comité de ética del hospital o tribunales de ética médica regionales o nacional, artículos 62 al 91).

Esto con el fin de proteger a los pacientes de futuros errores por negligencia o incapacidad de un colega. Es nuestra obligación ética ante un colega deshonesto, mal preparado o con alguna incapacidad que le impida actuar bien (drogadicción, alcoholismo, etc) ayudar a solucionar el problema para evitar errores lamentables en los pacientes.

En un paciente que estamos manejando ¿qué información se le debe dar del error médico de un colega? Aquí quizá, más que en ninguna otra situación se requiere del buen criterio y serenidad del médico.

Se debe siempre tener en cuenta que lo que prima es la salud e integridad del paciente.

No debemos olvidar tampoco el colegaje ni convertirnos en encubridores. Como es obvio cada situación tiene un análisis diferente y no existen fórmulas preestablecidas, pero teniendo en cuenta lo anterior al paciente debe dársele toda la información que sea necesaria para restablecer su salud.

Eticamente está permitido, a buen juicio del médico no revelar una parte o la totalidad de la información cuando esto no afecta para nada su salud. Lo que sí es importante es la manera profesional y delicada como debe ser transmitida la información que se haya juzgado oportuno darle al paciente.

Cambio de médico:

Es una práctica común hoy en día que el paciente o su familia desee cambiar de médico tratante. Es claro que en cualquier fase que se encuentre el tratamiento el paciente tiene derecho a cambiar el médico tratante, pero éste debe ser informado por la familia de su deseo de cambiar de profesional. En caso de que la familia no lo haga por cualquier razón es necesario que el nuevo médico tratante se comunique con su colega y lo informe de la situación y evolución del paciente.

Cortesía profesional:

Ha sido una costumbre antigua no cobrar honorarios médicos a los colegas y sus familiares más cercanos. Creo que esto debe seguir siendo vigente como norma de colegaje sólo con la familia directa:

Padres, cónyuge e hijos sobre todo si dependen económicamente de él. La Ley de Etica Médica estableció esto como obligación en sus artículos 27 y 28, la Corte Suprema de Justicia luego los declaró inexequibles, con razón porque hubiera dejado de ser una actitud de cortesía para convertirse en obligación.

En el Estado actual de la situación del país es un imperativo para los médicos tener algún tipo de protección para ellos y sus familias de manera que los gastos ocasionados por alteraciones de salud, incluyendo los honorarios médicos sean cubiertos por un tercer pagador.

En conclusión le comportamiento ético, es un imperativo de quienes trabajamos en salud, y dentro de este comportamiento el colegaje médico debe ser una de nuestras prioridades para el buen ejercicio de nuestra profesión.

¡Seamos mejores y los tiempos serán mejores!

DR. GERMAN CARILLO ARANGO, MD
Miembro Titular SCCOT (1978), Expresidente SCCOT (1995 – 1996),
Miembro de la Comisión de Etica Médica SCCOT,
Jefe Departamento de Ortopedia Fundación Santafé de Bogotá.
Profesor Asociado Pontificia Universidad Javeriana.

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