Estudio Antropométrico del Pene, Discusión

Una de las referencias más remotas en estudios de este tipo es la de Loeb en 18991 en Alemania. Sin embargo solo figura la longitud en flacidez, en 50 individuos, para quienes señaló un promedio de 9.5 cms.

Schoenfeld y Beebe en 1942, USA2, cuyo trabajo fue encaminado a establecer las medidas que permitiesen el diagnóstico de micropene (microphallus) al hacer la medición empleando la técnica de “jaloneamiento” o “estiramiento” (stretched), obtuvo un promedio de longitud de 13.02 cms. en 54 individuos en quienes se practicó la maniobra en tres ocasiones en cada uno. No consignó datos en flacidez ni en erección.

Una siguiente referencia es la del connotado sexólogo Alfred Kinsey -USA- quien realizó los primeros estudios sobre variados aspectos del comportamiento sexual a gran escala estadística y que a mitad del siglo constituyeron una de las bases para gestar la Revolución Sexual de los años 60-70. En el Informe Kinsey de 19483, posteriormente analizado por Jamison y Gebhard en 19884, se citan 2770 hombres con un promedio de 9.7 cms. en flacidez y 15.5 en erección. El estudio es débil y con sesgos pues se empleó un método libre ya que cada encuestado suministró su propio dato.

Según el estudio realizado en el John Hopkins en 1980 por Lee y cols.5 la longitud promedio en el pene adulto al emplear la técnica de jalonamiento varía entre los 12 y los 14 cms. para el adulto, según figura en el nomograma confeccionado desde el nacimiento hasta los 22 años (Ver esquema No. 2). El propósito aquí fue el de definir medidas para el diagnóstico de micropene desde el recién nacido hasta el adulto para lo que encontraron ideal la mencionada técnica del strechted o Jalonamiento.

Referencias más recientes como la de Bondil6 en 905 individuos informa de un promedio de 10.7 cms. en flacidez y 16.7 cms. con el “stretched”, sin mencionar la medida en erección. El valor de este estudio está en establecer la relación flacidez-jalonamiento.

Da Ros en el Brasil en 19947 en 150 hombres da un promedio en erección de 14.5 cms. en individuos caucásicos potentes y satisfechos con el tamaño de su pene. Estudio que realizó luego de IIC de mezcla de Papaverina 50 mgr. y PGE1 10 mcgr. midiendo solo en erección, pues el autor advierte que no tiene confianza alguna en las mediciones en flacidez.

Wessells y cols. en 1996-978,9 estudiaron en USA 80 hombres obteniendo promedios en tres mediciones: flacidez: 8.8 cms., jalonamiento: 12.4 cms. y erección: 12.8 cms. El objeto de este estudio fue el de establecer cuándo podría indicarse una intervención para alargamiento o engrosamiento para concluir que este tipo de operaciones no tienen respuesta a largo plazo en el aspecto funcional así se logre en algunos casos el cosmético -tan solo en flacidez como es obvio- para concluir que podrían justificarse en quienes tengan menos de 4 cms. en flacidez o menos de 7.5 cms. con el jalonamiento o en erección. Para la medición en erección emplearon PGE1 y en algunos casos Trimix, en individuos con disfunción erectiva (DE). Plantean la hipótesis de que sus bajos promedios se deben a que la serie incluyó solo individuos con DE y de edad mayor, ambas circunstancias que ellos califican como causal de disminución de la elasticidad tisular y por tanto del tamaño global. Por ello dividieron los 80 pacientes en los menores de 40 y los mayores de 40 años (no aclaran cuántos en cada grupo) y señalan una diferencia de 9.6 cms. y 8.6 cms. para flacidez y 13.3 cms. y 12.2 cms. para el jalonamiento, respectivamente. El incremento en longitud resultó mayor en los menores de 40 años (4.6 cms.) pues para los mayores de 40 fue de 3.9 cms. La longitud en erección fue de un promedio de 14.2 cms. para los menores de 40 años y de 12.5 cms. para los mayores de 40 años.

Moncada y cols. en Madrid, 199710 estudiaron a 29 hombres con el fin de establecer la relación entre la geometría del pene (longitud-diámetro) en flacidez, como la medida predictiva de la cantidad de presión intracavernosa necesaria o requerida para obtener una rigidez erectiva adecuada. El dato promedio para la flacidez fue de 12.3 cms. (más o menos 2.1).
Masters y Johnson11 tres décadas atrás afirmaron que no existe una relación directamente proporcional entre las medidas del pene en flacidez y en erección. Señalan que esto es más evidente si se comparan sajones con negros, ya que los primeros tienen tejidos más elásticos que los segundos.

Wessellls y McAninch señalan que cuando el pene fláccido se considera “corto” o “pequeño” (menor de 9.5 cms.) o “largo” o “grande” (mayor de 10.0 cms.) no hay una diferencia estadística significativa en el incremento de la longitud entre los dos grupos (promedio de 3.9 vs. 4.0 cms) al erectar. Pues se había afirmado siempre que los penes “pequeños” tenían menos posibilidad de aumentar al erectar. Según este estudio resultó ser similar en lo que se refiere al incremento de la flacidez a la erección.

Llama la atención que de los estudios citados (Tabla 8) solamente los dos de Wessells 8,9 proporcionan datos suficientes (número, edad promedio, flacidez, jalonamiento, erección). Los demás son parciales y en las series mayores fueron los pacientes quienes informaron el dato, técnica que no los hace confiables. En la serie de da Ros se trata de individuos potentes satisfechos con sus genitales y el dato promedio de erección es de 14.5 cms., cuando en nuestra serie el dato promedio es de 14.0 en individuos con DE y de mayor rango de edad.

Tabla No. 8. Referencias y Hallazgos

Autor-Año No. Ptes. Edad-Prom. Flaccidez Jalonam. Erección
Loeb-1889 50 17-53 (26) 9.5
Schonfeld 1942 54 20-25 13.0
Kinsey-1948 2.770 20-59 9.7 15.5
J.Hopkins-1980 12-14
Bondil-1992 905 17-91 (53) 10.7 16.7
Da Ros – 1994 150 14.5
Moncada-1997 29 12.3
Wessells 1996 / 1997 80 21-82 >40
(54) <40
8.6
9.6
12.8
13.3
12.5
14.2
Acuña-Villalba 1999 130 22 – 84 (56) 8.9 – 10.4 13.6 13.9 ± 1.7

En nuestra serie -si descontamos unos pocos milímetros- coincide con la más completa -que es la de Wessells- tanto en el promedio de los datos de flacidez, como en los de jalonamiento y erección.

Nuestra serie se considera suficiente en número y calidad de datos en comparación con las que han sido estrictas en desarrollar los parámetros propuestos, como son las de Schoenfeld en 54 casos2, la de da Ros en 150 casos7 y la de Wessells en 80 casos8,9.

Los datos obtenidos en Flacidez I están algo por debajo de las proporcionadas por otros autores. Pero si se toma el dato de Flacidez II entonces resultan similares, o tal vez, levemente superiores. La diferencia de medidas entre Flacc. I y II la da el “colchón” de grasa prepúbica, que aumenta con la edad o la gordura. Esta diferencia denominada por Wessells “la diferencia funcional” es real y desaparece con el individuo acostado o erecto. Por esto, y la alta correlación obtenida en nuestro estudio (0.86), es que recomendamos la técnica de medición que denominamos Flacidez II como real y aplicable en la práctica diaria y en la de estudios de investigación.

Si se toma el dato de Jalonamiento, nuestros resultados concuerdan con el de los demás autores, salvo con el de Bondil que a su vez luce exagerado en relación con los demás.
Si se toma el dato en erección (excepto el dato de Kinsey cuyo sesgo evidente lo descalifica) el nuestro es similar al del resto de autores.

Nomograma Johns Hopkins - 1980

Esquema No. 2. Nomograma Johns Hopkins – 1980

Cuando el dato de Flacidez II se divide en los dos grupos propuestos por Wessells en menores de 9.5 cms. (“pequeños”) y mayores de 10.0 cms. (“grandes”), el resultado del incremento es similar (3.5 cms.). Y en cuanto a la longitud final, el promedio viene a ser de 2 cms. mayor para los “grandes”, en relación al de “pequeños”. Lo que es lógico si nos basamos en que el incremento es similar en ambos grupos. Y que, además, el análisis final de cada uno de los parámetros de los 130 casos confirmó. Los promedios de incremento entre flacc. y erecc. en cada uno de estos grupos, para Wessells resultaron un tanto mayores: 3.9 cms. y 4.0 cms. respectivamente para los “pequeños” y los “grandes”, cuando el nuestro fue de 3.57 y 3.41 cms. respectivamente. La diferencia viene a ser de menos de 0.5 cms., lo que en la práctica no representa una cifra significativa. Pues el hecho de interés estriba aquí en que los penes “pequeños” y “grandes” tienen al fin de cuentas un incremento promedio similar para llegar a la erección.

No se han encontrado estudios relacionados con parámetros antropológicos como los propuestos por nosotros. El resultado aquí es claro: el pene, tanto en flacidez como en erección, tiene una baja correlación con la talla, así como con el tamaño de la mano o del pie (correlación que tan solo se encuentra entre una cuarta y una tercera parte de los casos). En este sentido las creencias populares son encontradas, aunque son más frecuentes las que las relacionan de manera proporcional, y que por supuesto, según los resultados de nuestro estudio, no tienen asidero científico.

Conclusiones

  1. Para efectos prácticos se recomienda la medida del pene en flacidez con la técnica por nosotros denominada Flacidez II.
  2. La división en dos grupos: menores de 9.5 cms. y mayores de 10.0 cms., siguiendo la idea de Wessells para medición en flacidez, permite deducir que el incremento promedio de esta a erección, es similar en ambos grupos (3.5 cms.) y también similar a la encontrada por los autores que se han ocupado de este aspecto.
  3. La técnica de jalonamiento permite una idea bastante aproximada (en correlación de 0.84) de lo que será la erección.
  4. La erección promedio (14 cms.) en el grupo estudiado, coincide de cerca con la de autores que han seguido una metodología que estimamos adecuada.
  5. La afirmación de Masters y Johnson en el sentido de que no existe una relación directamente proporcional del tamaño del pene en flacidez con lo que será en erección, es una verdad relativa y tal vez si el grupo considerado no es étnicamente similar. Pues según los resultados del presente estudio el incremento hacia la erección es igual en los penes “pequeños” que en los “grandes” y por tanto en este sentido no hay una desventaja en la posibilidad de su incremento hacia la erección para los penes “pequeños”. Pero en razón de que el incremento es similar en ambos grupos, la diferencia final en la longitud es de todas maneras mayor para los penes “grandes”. Lo que resulta cierto en un grupo étnico similar como el de nuestro estudio. Faltaría por comprobar lo que pueda suceder en la comparación de esta tasa de incrementos en las diferentes etnias, aspecto no contemplado en nuestra serie.
  6. La relación del pene tanto en flacidez como en erección con la estatura y el tamaño de manos y pies es bastante baja y por tanto no significativa.

Bibliografia

1. Loeb H – Harnrohrencapacitat und tripperspritzen – Munch. Med. Wchnschr. – 1899; 46: 1016
2. Schonfeld WA, Beebe GW – Normal Growth and variation in the male genitalia from birth to maturity – J. Urol. 1942; 48: 759-777.
3. Kinsey AC – Sexual behavior in the human male – Ed. W.B. Saunders,Co. Philadelphia, 1948.
4. Jamison PL, Gebhard PH: – Penis size increase bettween flaccid and erect state: an analysis of the Kinsey data – J. Sex. Res. 1988; 24: 177-183.
5. Lee, P-A., Mazur, J., Danish, R., Amrhein, J., Blizzard, R.M., Money, J., Migeon, C.J. Micropenis. I. criteria, etiologies and clasification. Johns Hopkins Med. J., 1980; 146: 156.
6. Bondil B, Costa P, Daures JP et al. – Clinical study of the longitudinal deformation of the flaccid penis and of its variations with aging – Eur. Urol. 1992; 21: 284: 286.
7. Carlos da Ros, Claudio Teloken et al – Caucasian penis: ¿what is the normal size? – J. Urol. 1994; 151: 323 A, Abstr. 381.
8. Wessells H, Lue TF, McAninch JW – Penile lengh in the flaccid and erect states: guidelines for penile augmentation – J Urol. 1996; 156: 995-997.
9. Wessells H, McAninch JW – Penile size: ¿what is the normal? – Contemp. Urol., 1997; 9: 66-79.
10. Moncada I, et al. Clinical value of measuring flaccid penile diameter/length ratio as a predictor of the intracavernosal pressure required for rigidity – J. Urol., 1997; 157: 177, Abstr. 691.
11. Masters W, Johnson V Human Sexual response Boston: Little, Brown & Co., 1996.

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