Historia de una Crisis de Identidad

Bogotá. Debemos tener en cuenta que han existido crisis sobre la identidad masculina y femenina especialmente en el Siglo XVII y XVIII en Francia e Inglaterra. Precisamente los franceses fueron los primeros en cuestionar el papel de los hombres, la identidad masculina y la reacción de la sociedad de su tiempo. Fue durante el reinado de Enrique IV a mediados del siglo XVII cuando se cuestionó el símbolo del autoritarismo de padres y maridos, no olvidándose el sentimiento tierno platónico que tiene el hombre por la mujer y no lo contrario. La habitualidad era que la mujer paría, era nodriza, se ocupaba de su hijo, lo educaba hasta cuando se pudiera independizar siguiendo las costumbres antiguas romanas y helénicas. Llegado el Siglo XVIII, marido y mujer trabajaban hombro a hombro; sin embargo esta última tenía que realizar el papel de mujer, madre, ama de casa y constituirse el segundo trabajador encargado de buscar el alimento; estos modelos trascendieron después en siglos posteriores, por lo que aún vemos sociedades actuales en que una minoría de las mujeres continúan con ese patrón. En las sociedades industriales -a mediados del Siglo XIX- a la estructura familiar se le imprimen nuevas características: el padre se convierte en un personaje lejano y quien encarna la autoridad del hogar es la madre, haciéndose a la vez cargo del mundo afectivo y moral; el padre se convierte en árbitro definitorio o juez, de ahí el dicho de la madre al hijo: “se lo diré a tu padre”. Más adelante vendría la defensa estatal de la infancia, los jueces de menores y las visitadoras sociales que dirimen conflictos.

No podemos negar que entre los Siglos XVII al XIX -a raíz de las culturas provenientes de las instituciones aristocráticas con los imperios y los reinos- se abogó por una delicadeza exquisita (o sofisticación); esto llevaba a una figura que trascendió a la alta burguesía refinada en forma feminoide, después de haber pasado por la virilidad mostrada por los vasallos de la corona en tantas guerras en la conquista de las colonias. Las realidades del Siglo XIX llevó a que la familia se rigiera de acuerdo con los nuevos parámetros: el hombre trabajaba, la mujer cuidaba el hogar, los hijos iban al colegio y -cuando se podía- a los ocho y diez años iban a instituciones especializadas, aún en países extranjeros. Al adolescente –que iba a la escuela para aprender otras culturas y otros idiomas- se le reforzó con el nuevo paradigma, ya no de ir a la guerra sino el de destacarse en juegos deportivos y demostrar así también su virilidad.

Sánchez Medina Guillermo. Identidad sexual, un enfoque biopsico-social. 2005.

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