Homenaje Al Profesor Ernesto Andrade Valderrama

Doctor Enrique Osorio Fonseca
Profesor Asociado
Jefe de Neurocirugía, Universidad Javeriana
Vicepresidente Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina

La Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, a través de su Junta Directiva, ha encargado al doctor Efraim Otero Ruiz y a quien les habla para rendir homenaje al Profesor Ernesto Andrade Valderrama. Honorífico pero difícil encargo, que he tomado con el mayor de los gustos y con el temor de no poder siquiera dibujar la bella parábola trazada por su vida hasta el presente.

Aunque debo referirme fundamentalmente a su vida profesional, no puedo dejar de articular lo científico con lo humano.

Ernesto Andrade Valderrama nació en esta ciudad de Bogotá, de una familia que reunió las mejores virtudes Santafereñas y Santandereanas; su padre Eugenio Andrade Suescún fue Gobernador de Santander durante el gobierno del General Ramón González Valencia y Secretario (Ministro) del Tesoro durante la administración del Presidente Jorge Holguín.

Su familia fue formada bajo principios cristianos orientados al servicio de sus semejantes. Por ello no es de extrañarnos que de los 17 hijos de Don Eugenio Andrade, cinco se hubiesen dedicado al sacerdocio, 3 de ellos jesuitas, uno de los cuales, Bernardo, fue misionero en la China y quien lastimosamente falleció ahogado al tratar de rescatar a un niño durante el naufragio del barco en que regresaba del oriente, frente a las costas italianas.

Proviene pues, de una familia de tradición conservadora (los Andrade) que se complementó con la liberal (los Valderrama -su madre fue Doña Inés Valderrama Ordóñez-). En el seno de esta familia destinada al servicio de los demás crece Ernesto Andrade Valderrama, quien estudia medicina en la Universidad Nacional de Colombia, donde recibió su grado de Doctor en Medicina y Cirugía en 1942 con la Tesis

“Rectosigmoidoscopia y Observaciones sobre Cirugía Ano-Rectal”, con la cual mostraba su clara inclinación por la cirugía. Así, en 1943 por concurso gana el título de Jefe de clínica Quirúrgica del Hospital de San Juan de Dios de Bogotá, cargo que ejerce hasta 1945 cuando es nombrado Jefe del Servicio de Proctología del Instituto Nacional de Radium.

Su formación como cirujano la adquiere en el Hospital de San Juan de Dios durante el periodo antes señalado, bajo la dirección e influencia directa del Profesor Juan N. Corpas y del Profesor Arango. Aunque siempre ha mantenido contacto con colegas extranjeros y con los avances de la cirugía en el mundo (recordemos que además del español lee en inglés, francés y alemán), podríamos decir que su formación fue criolla, desde luego bajo la influencia que todavía por entonces ejercían la medicina y la cirugía francesas.

Al decir de uno de sus excelsos alumnos, el doctor Miguel Otero Cadena, el Profesor Andrade Valderrama es un cirujano nato, práctico, va rápida y directamente al problema, sin rodeos. Pero no ha sido un cirujano como se diría ‘un operador’; lejos de ello, recuerdo vivamente sus enseñanzas, su insistencia en la importancia del manejo fisiológico del paciente quirúrgico, de los líquidos y electrolitos, la preparación preoperatoria y el manejo nutricional de estos enfermos.

Como cirujano general se dedicó con especial inclinación a la patología del seno. Así, en los años cincuenta creó la Clínica del seno en el Hospital San Juan de Dios; fue uno de los pioneros de la cirugía conservadora en tratamiento del cáncer de seno, en contravía de la tendencia predominante de la cirugía radical que en la época impulsaba el Instituto Nacional. de Radium -hoy Instituto de Cancerología. Sobre este tema publicó 7 escritos.

Su campo de mayor interés ha sido sin duda la Colo-proctología; desde su tesis de grado se puede observar esta tendencia. Tiene 30 publicaciones sobre el tema. Realizó por vez primera en colombia la Resección Abdomino-Perineal para el tratamiento del cáncer de Colon, conocida como operación de Miles. Fue entusiasta defensor de la operación de Noble modificada, para la prevención de adherencias intestinales y un abanderado de la profilaxis antibiótica en la cirugía de Colon.

Acerca de otros temas quirúrgicos tiene 10 importantes publicaciones sobre las cuales, por limitaciones de tiempo, no voy a referirme; baste señalar que en 1957 en compañía del Doctor H. Covelli publicó los primeros casos con sobrevida en Colombia, de pacientes a quienes se les corrigió quirúrgicamente una atresia esofágica.

Del profesor Juan N. Corpas no solo asimiló sus enseñanzas quirúrgicas y clínicas, sino además sus principios humanísticos, su interés por la historia de la medicina y la ética profesional, que encontraron asidero en su espíritu sensible , abierto y de servicio.

Si algo ha caracterizado su ejercicio médico, ha sido la entrega a sus pacientes; cuenta su hijo Ernesto que era rutinario que en los fines de semana saliera con sus nueve hijos de paseo en su camioneta y en el camino pasaba por la clínica a visitar sus enfermos; en alguna de estas visitas tuvo que intervenir de emergencia a algún paciente y al salir horas después y encontrar a Marta su señora, en el automóvil esperándolo, asombrado le preguntó “¿y usted que hace aquí?”.

Otro aspecto fundamental para destacar de mi Profesor Andrade fue su labor docente; tenía necesidad de transmitir los conocimientos y desde un principio se preocupó por preparar material fotográfico y didáctico para la enseñanza, en una época en la cual las máquinas fotográficas y los implementos técnicos apenas empezaban a desarrollarse.

Por este afán docente y para estimular la educación médica continua, que las facultades de medicina muy poco brindaban u ofrecían por entonces, se dio a la tarea con otros colegas, de fundar varias sociedades científicas; así, en 1947 aparece como Miembro Fundador de la Sociedad Colombiana de Gastroenterología, de la cual sería Presidente en el periodo de 1955 a 1956 y Miembro Honorario a partir de 1977; en 1957 fue Miembro Fundador del Colegio Colombiano de Cirugía y Presidente del mismo entre 1968 y 1970.

En 1964 Miembro Fundador de la Sociedad Colombiana de Cirujanos de Colon y Recto y su primer Presidente de 1964 a 1967, además de Miembro Honorario desde 1978; en 1971 Miembro Fundador de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia.

Para el año 1981 Fundador de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, siendo su primer Vicepresidente 1981-1986 y Presidente 1986-1993; finalmente, Miembro Fundador de la Sociedad Hispano Andina de Historia de la Medicina en 1984, y en 1989 la Academia Nacional de Medicina lo recibe como Miembro Honorario. (Ver también: Comentario a la Presentación de la Dra. Martha Lucia Tamayo)

El Profesor Andrade Valderrama desde muy temprano comprendió la necesidad de impulsar las especialidades médicas en nuestro medio y avizoró la necesidad de darle un vuelco a la enseñanza médica, la cual ya se hacía obsoleta.

Desde su Decanatura en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional entre 1956 y 1957 se constituyó en uno de los principales gestores del fundamental cambio que vendría a concretarse durante los años subsiguientes con la decanatura del Profesor Raúl Paredes Manrique. Las especialidades médicas comenzarían poco después en la década de los sesenta.

Durante su carrera académica en la Universidad Nacional de Colombia alcanzó todos los grados del escalafón docente: Profesor Agregado Asistente entre 1951 y 1953; Profesor Agregado por Concurso entre 1953 y 1960; Profesor Asociado de Cirugía General entre 1961 y 1971 y Profesor Titular entre 1972 y 1984. Por sus importantes contribuciones académicas, la Universidad Nacional le otorgó el título de Profesor Emérito en 1974 y Profesor Honorario en 1984.

Ocupó fuera de la Decanatura, otros cargos directivos como: Director de la Unidad de Cirugía General 1962-1965; Jefe de la Sección de Cirugía General 1966-1967 y Director del Departamento de Cirugía 1973 a 1975 y de 1980 a 1982.

Ha sido siempre muy estricto en cumplir y en hacer cumplir las funciones a sus colegas y alumnos. No era extraño encontrar notas en las historias clínicas de los pacientes tales como esta: “7:05 a.m. Paciente sin evolucionar”

También fue Profesor en otras instituciones, entre las cuales se destaca haber sido Miembro Fundador de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana en 1942, de la cual fue Profesor de Patología Quirúrgica entre 1957 y 1960.

Otro hecho que da cuenta de sus altas calidades profesionales y organizativas fue su participación, a solicitud de las hermanas Terciarias Dominicas de Santa Catalina de Sena, en la organización científica y puesta en marcha de la Clínica Nueva en Bogotá en de 1958, de la cual fue su Director científico desde 1958 hasta 1993.

En esta clínica y en forma realmente pionera, el Profesor Andrade llamó a un excelente grupo de Médicos a quienes de alguna manera ‘especializó’, en el sentido de que les permitía realizar solo cierta clase de procedimientos, lo que se constituye en un antecedente de las especialidades médicas que se impondrían finalmente en la década siguiente.

Deseo ahora referirme a un aspecto que me liga profundamente al Profesor Andrade Valderrama y es su amor por la historia de la medicina. Recuerdo que siempre introducía sus clases de patología quirúrgica haciendo énfasis en los aspectos históricos de su desarrollo, señalando las dificultades, los logros y los personajes extranjeros y nacionales que habían hecho posible esta maravillosa aventura de la profesión médica.

Fue durante estas clases cuando mi interés por la historia, que había sido estimulado por mi padre, encontró su cauce en nuestra profesión y pronto fuimos estableciendo una cercana relación de amistad que me enaltece.

Fue así como, poco tiempo después de haberme recibido de Médico en la Universidad Nacional, un buen día, en alguna de nuestras tertulias históricas, consideramos con el Profesor Andrade Valderrama que había en los médicos el suficiente interés y la necesidad de crear una Sociedad que aglutinara estos esfuerzos y nos dimos a la tarea de contactar personalmente y por escrito a los colegas interesados obtuvimos tan positiva respuesta que el 19 de agosto de 1981 nació esta entrañable Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, cuyo primer presidente fue el doctor Humberto Rosselli, quien desempeñó el cargo hasta 1986, cuando fue sucedido por el Profesor Andrade Valderrama quien lo ocupó hasta 1994.

Su primera publicación histórico médica titulada “Lucas Médico” apareció en 1962 en la Revista Deutsches Medizinisches de Berlín. Tiene otras 15 publicaciones centradas principalmente sobre el desarrollo de la cirugía nacional desde los tiempos precolombinos hasta la primera mitad del siglo XX.  Posteriormente entre 1989 y 1992 conjuntamente dictamos la cátedra de Historia de la Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional.

Considero de memorable valor la tarea del Profesor Andrade en cuanto a la divulgación y el estímulo del estudio de la Historia de la Medicina en el país. Muchas generaciones de Médicos recibimos su semilla fértil y hoy queremos desde lo más profundo de nuestro corazón decirle gracias.

Como podemos ver, la trayectoria profesional del Profesor Andrade Valderrama ha sido rica y fructífera, pero quisiera finalizar mi intervención refiriéndome brevemente a algunos aspectos personales que han despertado mi admiración y mi cariño.

Ha sido también un enamorado de la música clásica, ejecuta el piano y tiene una especial inclinación por la obra Behetoveniana, inclusive ha escrito sobre la última enfermedad del genio de Bonn, sosteniendo que murió de cáncer de hígado y no de cirrosis como han sostenido la mayoría de los autores.

Una característica muy personal es su fino humor bogotano, lleno de sarcasmo y contenido. Tiene múltiples anécdotas, entre las cuales recuerdo que decía que él diagnosticaba a los aspirantes a cirujanos por el caminado y que hasta ahora no se había equivocado. Y cuando alguno de los residentes resultaba mediocre y finalmente tocaba graduarlo sin remedio, decía: “no se preocupe que a él lo raja la clientela”.

Consideraba que la cirugía no era para las mujeres, tal vez pensando en familias numerosas como la suya y las agobiantes labores que deben ejercer en el hogar para dedicarse a una profesión que exige un gran sacrificio.

Hace pocos años, ya retirado de los quirófanos un colega le preguntó ¿Profesor y todavía opera? él contestó: “No opero, hago consulta y me consultan si usted es buen o mal cirujano”. Le gustaba conducir velozmente su automóvil y decía que era porque tenía un pie muy grande y pesado que presionaba, sin querer, el acelerador.
Pero creo que su carácter de hombre de principios, aunque además de una gran apertura espiritual, se refleja en su mejor obra, su familia, a la cual ha formado con la solidaridad de una gran compañera Doña Martha Pérez de Andrade, quien ha sabido comprender a este ‘Quijote’, apoyarlo en sus proyectos profesionales y científicos y hacerle grata y fecunda su existencia cotidiana. A ella le rendimos igualmente ahora nuestro más cálido homenaje .

Esta pareja admirable ha sabido crear una familia de gran unidad dentro de la diversidad. Aquí hay de todo: Juan María es Ingeniero Eléctrico; Marta Elena, Socióloga; María Inés, Educadora; Ernesto, Médico Cirujano -colega mío en la docencia en la Universidad Javeriana-; Luis Eugenio, Químico y Genetista Molecular; Gloria, Educadora; Germán, Biólogo-Ecólogo; Rafael Enrique, Médico Patólogo y Angela, Antropóloga. Todos ellos, de alguna manera cumpliendo funciones educativas y sobresaliendo en sus respectivas profesiones, por su competencia y su ética.

Algo que en especial he admirado en esta gran pareja, el hecho que, aun partiendo de principios severos, no solo han tolerado sino que además han estimulado la diferencia, la diversidad de criterios dentro de la comunidad familiar, y esto justamente, le ha conferido a ella su ejemplar unidad.

Yo veo la vida entera del profesor Ernesto Andrade Valderrama como la de quien, habiendo recibido una herencia y un compromiso para con sus semejantes, la trasmite a su vez a las nuevas generaciones, como el atleta de Olimpia, que en la Grecia Clásica pasaba a su relevo la llama de los dioses benéficos que otras manos febriles habían confiado a las suyas. Es así como se construye, de siglo en siglo la grandeza del hombre.

Ciñéndome a la más estricta verdad, a una verdad que sobrevive a cualquier homenaje, debo decir finalmente que la vida y la obra del Profesor Ernesto Andrade Valderrama, por su esfuerzo constante, su sabiduría y la generosidad que la caracteriza, es modelo perenne para todos nosotros.

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