Teorías del Salario de Subsistencia

análisis del salario

El análisis del salario comenzó a ganar importancia en la literatura económica como consecuencia de la intensificación del capitalismo comercial y de las crisis de los gremios acaecidas durante la segunda mitad del siglo XVII y primera mitad del XVIII.

Los economistas de este período y los de la tradición clásica que les siguió se centraron en el análisis del salario del trabajador más común – del varón adulto sin habilidades ni cualificaciones específicas- a quien consideraban que representaba a la mayoría de los asalariados1.

Este salario se relacionaba, basándose en la simple observación de las condiciones en las que vivían la mayor parte de los trabajadores de la época, con un nivel de consumo de subsistencia. Aunque este nivel no se determinaba únicamente en términos estrictamente biológicos. También se veía influido por los hábitos y costumbres e incluso por consideraciones sociales, culturales e históricas de cada país o región en cada momento.

Las primeras teorías del análisis del salario de subsistencia lo consideraron como una magnitud dada por los usos y costumbres de cada país en cada época; no hubo intentos de explicar en términos económicos dicha magnitud ni de encontrar los mecanismos que estabilizaban o llevaban el salario al nivel de subsistencia.

En este capítulo analizaremos la evolución del concepto de salario de subsistencia en el pensamiento de los economistas clásicos.2 No obstante, incluiremos también las ideas de dos economistas predecesores de la escuela clásica: Cantillon y Turgot.

Ambos fueron quienes primero explicaron la tendencia de los salarios hacia el nivel de subsistencia con independencia de consideraciones normativas. Los autores que habían escrito hasta entonces sobre los salarios del trabajo señalaron, basándose en la evidencia empírica, que éstos se situaban en torno a un nivel de subsistencia.

Muchos de ellos recomendaron además, en virtud de sus consideraciones éticas acerca del carácter indolente y vicioso de los trabajadores, el mantenimiento de los salarios en ese nivel para estimular al trabajo.

Bernard Mandeville se expresaba de este modo en su conocida obra La Fábula de las Abejas: “Todos los hombres, como muy bien observa sir William Temple, están más dispuestos a la holgura y al placer que al trabajo […] no tienen nada que les impulse más que la satisfacción de sus necesidades, a las cuales es prudente aliviar pero desatinado curar.” 3

También consideraron los salarios bajos un requisito necesario para el aumento de la riqueza de un país. En términos de Mandeville: “[… ] en una nación libre, en la que no se permite la esclavitud, la riqueza más segura consiste en una multitud de pobres laboriosos”.4

1. Richard Cantillon.

Cantillon, a diferencia de sus predecesores, intentó hacer una estimación aproximada del salario de subsistencia. Calculó que el trabajador medio, para mantenerse así mismo y a su familia, debería tener el doble de lo necesario para atender a sus necesidades, lo cual sería equivalente a lo requerido para mantener un esclavo adulto de la categoría más baja y garantizar la reposición del mismo.

Este resultado lo obtuvo bajo los supuestos de que la mitad de los niños mueren antes de cumplir los diecisiete años y de que el trabajo de la mujer, teniendo en cuenta que se dedicaba al cuidado de los hijos, no proporciona más que lo suficiente para su propia subsistencia.

La cantidad requerida para mantener un esclavo adulto de la categoría más baja la midió en unidades de tierra (del mismo modo que el valor intrínseco de los bienes lo intentó medir en términos de la cantidad de tierra necesaria para su producción). Naturalmente, también señaló que esta cantidad podía variar en función de la región, del momento y de las circunstancias.

En el capítulo 11 del Ensayo sobre la Naturaleza del Comercio en General, se expresó del siguiente modo: “[…] no he precisado a cuánta tierra corresponde, en valor, el trabajo del aldeano o del obrero más vil, cuando dije que valía el doble del producto de la tierra que sirve para sustentarlo, ya que esta cantidad varía según el género de vida de los distintos países.” 5

Pero el aspecto más interesante del análisis de Cantillon es la idea de que el salario tiende a la larga a mantenerse en torno al de subsistencia.

Cantillon elaboró en el capítulo 15 del Ensayo su teoría sin ligar su exposición a elementos normativos como habían hecho los autores mercantilistas que le precedieron.La consideración básica de esa teoría era la relación positiva entre población y nivel de los salarios.

Con salarios superiores al de subsistencia se producía un crecimiento continuo de la población y con salarios inferiores se creía que la población iría disminuyendo progresivamente.

Por otra parte, dado que las variaciones de la población se suponían estrictamente ligadas a los cambios en la fuerza de trabajo se esperaba que los salarios iban a ajustarse al nivel de subsistencia, por lo menos siempre que la demanda de mano de obra mantuviera una tendencia estacionaria.

El siguiente pasaje del capítulo 15 de su Ensayo ilustra la idea anterior: “Si los propietarios de tierra tuviesen en cuenta el aumento de la población y se estimulara a los aldeanos a casarse jóvenes, y a tener hijos, con la promesa de proveer su subsistencia, destinando las tierras solamente a esto, sin duda se multiplicarían hasta el número que las tierras pudiesen soportar, de acuerdo con los productos de las parcelas necesarias a la subsistencia de cada uno, ya sea un acre y medio, o cuatro o cinco acres por persona.” 7

No obstante, Cantillon nunca llegó a demostrar la tendencia de los salarios a oscilar en torno al nivel de subsistencia; tampoco consideró el salario de subsistencia como una solución de equilibrio a largo plazo.

2. Anne-Robert-Jacques Turgot.

Turgot no dio contenido de forma explícita al concepto de salario de subsistencia; no obstante, consideró que este concepto incluía algo más que los medios que permiten satisfacer las mínimas necesidades desde un punto de vista estrictamente biológico.

Turgot distinguía, como Smith, tanto para los bienes como para el trabajo, dos precios: el precio corriente o valor y el precio fundamental; el primero dependía de las condiciones momentáneas de oferta y demanda y, el segundo era igual al coste de producción correspondiente.

En el caso del trabajo, el salario fundamental se correspondía con el salario de subsistencia, nivel por debajo del cual el salario corriente no podía situarse en ningún momento.

En su obra más conocida, Réflexions sur la Formation et la Distribution des Richesses, publicada en 1766, Turgot sostenía la idea de que el salario tendía a coincidir a la larga con el nivel de subsistencia.

Introdujo dos consideraciones para obtener este resultado: la situación de necesidad de la mayor parte de los trabajadores, que no tienen otras rentas más que las procedentes de su trabajo; y el gran número de trabajadores, esto es, la existencia de un exceso de oferta de trabajadores como rasgo normal de la economía.

Estos dos factores, según él, debilitaban el poder de negociación de los trabajadores que competían por obtener los escasos empleos y llevaban el salario a su nivel de subsistencia.

Turgot se expresaba en los siguientes términos:

“El simple obrero que no cuenta más que con sus brazos y su industria nada tiene mientras no consigue vender a otro su trabajo. Lo vende más o menos caro; pero ese precio no depende de él sólo: es el resultado del acuerdo al que llega con aquel que le paga su trabajo. Éste le paga lo menos que puede; como puede escoger entre un gran número de obreros, prefiere al que le trabaje más barato. Los obreros, por consiguiente, están obligados a bajar el precio en la puja de unos con otros: en toda clase de trabajo tiene que ocurrir y ocurre, en efecto que el salario del obrero se limite a lo necesario para procurarse la subsistencia.”8

Desde la perspectiva de Turgot, por tanto, no hay ningún ajuste de la población que lleve al salario hacia su valor de subsistencia; es la condición de extrema necesidad de los trabajadores y el permanente exceso de oferta de trabajo lo que explica esa tendencia. Sin embargo, Turgot no proporcionó ninguna explicación de por qué los salarios no podían caer por debajo de su valor de subsistencia en presencia de desempleo.

3. Adam Smith.

Adam Smith tomó la consideración de Cantillon respecto al ajuste de la población provocado por salarios diferentes al de subsistencia. Pero, en contraste con él, la insertó en un modelo de economía dinámica más interesante. Consideró Smith tres estados de la economía caracterizados por diferentes ritmos de acumulación de capital y de crecimiento de la demanda de mano de obra: economía en expansión, en decadencia y estacionaria. La tendencia de los salarios hacia su valor de subsistencia no se daba, entonces, de modo tan automático.9

Adam Smith situó, de forma más clara que Turgot, su teoría de los salarios en el marco general de su teoría de los precios. El trabajo, como todas las mercancías, tenía para Smith un precio de mercado que dependía de las condiciones momentáneas de la oferta y la demanda, y un precio natural que era igual al coste de producción correspondiente. El coste de producción del trabajo venía dado por el valor de las subsistencias.

En el modelo de Smith el nivel de subsistencia sólo se alcanza cuando la economía llega al estado estacionario. Mientras haya crecimiento los salarios se sitúan por encima de dicho nivel.

Sólo cuando el proceso de acumulación de capital se detiene y la demanda de trabajo deja de crecer, el mecanismo de ajuste de la oferta de trabajo actúa: los salarios caen al nivel de subsistencia y la población deja de aumentar. En las economías en expansión, pensaba Smith, los salarios se sitúan por encima del nivel de subsistencia y además cabe esperar que crezcan.

Las fuerzas que rigen la acumulación de capital y la división del trabajo, que también gobiernan el crecimiento de la demanda de mano de obra, resultan más fuertes que las que rigen el crecimiento de la población durante largos períodos de tiempo.

Por ello, según Smith, las economías en expansión suelen caracterizarse por salarios crecientes. Y esto a su vez se traduce en un crecimiento demográfico acelerado. Para Smith el mejor ejemplo de esta situación lo constituían las colonias inglesas en Norteamérica y la propia Inglaterra de su tiempo

A estos casos Smith contraponía el del Imperio Chino, cuya economía, según él, había alcanzado ya su estado estacionario. En China, según Smith, los salarios no mostraban ninguna tendencia creciente ni decreciente, simplemente se ajustaban de modo estricto al nivel de subsistencia.

Smith se expresaba de la siguiente manera en el capitulo 8 del libro primero de La Riqueza de las Naciones:

  1. En una economía en expansión“`[…] la demanda de asalariados se incrementa necesariamente con el aumento del ingreso y del capital de cada país y, sin ello no puede aumentar. El aumento del ingreso y del capital es el incremento de la riqueza nacional. Luego, la demanda de aquellos que viven de los salarios se incrementará con el aumento de la riqueza nacional, no pudiendo hacerlo de otro modo. Lo que ocasiona la elevación de los salarios no es la cantidad actual de riqueza de un país, sino su incremento continuo.” 10

2. Para el caso de una una economía en decadencia: “Totalmente distinto sería el caso de un país donde los fondos destinados al mantenimiento del trabajo fueran decreciendo sensiblemente. Cada año sería menor la demanda de trabajadores y sirvientes en los distintos empleos. Miembros de las clases superiores, al no encontrar un trabajo acorde con su posición, lo buscarían en las clases inferiores. Las clases inferiores estarían sobresaturadas, no sólo por sus propios miembros, sino por la afluencia de las otras clases, y la competencia sería tan grande que reduciría los salarios a la más mínima y escasa subsistencia del trabajador.” 11

3. En una economía estacionaria: “Por grande que sea la riqueza de un país, no encontraremos salarios muy altos si ha permanecido estancado durante largo tiempo. Los fondos destinados al pago de salarios: el ingreso y el capital de sus habitantes, pueden ser enormes, pero si se ha mantenido igual o casi igual durante siglos, el número de trabajadores empleados cada año será suficiente y más que suficiente para cubrir el número requerido al siguiente año.

Raramente habrá escasez de manos, y los patronos no se verán obligados a competir por su obtención, sino que, por el contrario, el número de trabajadores excederá a las oportunidades de empleo. Habrá escasez constante de empleo, y los trabajadores competirán entre sí para obtenerlo.

Si en un país tal los salarios estuvieran por encima de los suficiente para mantener al trabajador y su familia, la competencia de los trabajadores y el interés de los patronos los reduciría a la tasa más baja compatible con el común sentimiento de la humanidad.” 12

Aquí también sugiere Smith que para que los salarios se mantengan a nivel de subsistencia tiene que haber un exceso continuo de oferta de mano de obra, es decir, un cierto margen de desempleo. Este tipo de consideraciones podrían llevarnos a pensar que Smith concebía el mercado de trabajo en términos que no son los de la teoría competitiva estándar. Sin embargo, puede señalarse que no hay nada en el conjunto de su argumentación que legitime esta interpretación.13 

Conviene señalar que el estado estacionario que plantea Adam Smith no es causado por la presión que la población ejerce sobre unos recursos escasos. Para Smith, el responsable del estado estacionario era la competencia entre capitales.

La idea de que la tasa de beneficio tiende a caer a largo plazo debido a la competencia de capitales aparece por primera vez en el libro primero, capítulo 9, de La Riqueza de las Naciones.

Smith no ofrece aquí ninguna razón para justificar su punto de vista. Solamente en el libro 2, capítulo 4, se indica que la acumulación de capital lleva consigo una disminución progresiva de las oportunidades y de los incentivos para invertir.

A la larga, señalaba Smith: “A medida que los capitales se incrementan en cualquier país, el beneficio que puede obtenerse de ellos disminuye necesariamente. Cada vez resulta más difícil encontrar en el país un método rentable para emplear cualquier capital nuevo. Como consecuencia, se produce la competencia entre los diversos capitales, intentando los propietarios emplear sus capitales en donde ya se han empleado otros.” 14

Pero ¿por qué se agotarán los proyectos rentables? ¿Quizás por una saturación de las necesidades de las clases más altas de la sociedad? ¿O tal vez será la escasez de recursos naturales que aumentará los costes de los nuevos proyectos hasta hacerlos prohibitivos?

Smith parece basar su argumentación en simples observaciones o intuiciones de carácter empírico. No ofrece una explicación teórica clara. En cualquier caso, Smith nunca relacionó su noción de la competencia entre capitales con los problemas derivados de la presión demográfica sobre unos recursos escasos.

Resumiendo, Smith mantuvo que el salario de subsistencia sólo se daría en el caso de economías que hubiesen llegado al estado estacionario. En las economías en expansión los salarios, no sólo estarían por encima del nivel de subsistencia, sino que además sería probable que tuvieran una tendencia creciente.

4. Thomas Robert Malthus

La teoría del salario de subsistencia de Malthus hay que situarla en el contexto de su teoría de la población. Esta última se desarrolla a lo largo de una serie de ediciones de una obra titulada Ensayo sobre el principio de la población y sobre cómo ésta afecta a la mejora futura de la sociedad, con observaciones referentes a las especulaciones de Mr. Godwin, M. Condorcet, y otros autores. Este libro de T. R. Malthus fue publicado por primera vez en 1798 y modificado a lo largo de sucesivas ediciones en respuesta a las críticas recibidas. La última edición, bastante condensada, apareció en 1830 bajo el título Resumen del principio de la población.15

La idea central que aparece en todas las ediciones del Ensayo se puede resumir en los siguientes términos: si a la población humana se le permitiera crecer sin ningún tipo de obstáculos, lo haría en una progresión geométrica; por otra parte, los medios de subsistencia sólo pueden crecer en progresión aritmética, y eso sólo si se dan las circunstancias más favorables.

Esta idea la justificó en la comparación, basada en observaciones empíricas, de las tasas de crecimiento de la población en las colonias inglesas de Norteamérica (Ejemplo de crecimiento de la población sin ningún obstáculo) con las tasas de crecimiento de la población en los países civilizados con una larga experiencia histórica en los que ya actuaban los frenos al crecimiento demográfico. A este análisis lo acompañó de la afirmación, que no sustentó en la observación empírica, de que en los países que estaban ya habitados por largos períodos de tiempo la producción agrícola no podía aumentarse al mismo ritmo al que potencialmente podía crecer población.

De esta manera Malthus llegó a la conclusión de que la humanidad estaba condenada a vivir en la pobreza, al menos la mayor parte de sus miembros. La única manera de compatibilizar la dinámica de los medios de subsistencia con la dinámica de la población era la miseria.

Aunque esta conclusión está fundamentada en observaciones empíricas y en afirmaciones de escaso rigor, lo que es importante es la idea de que la población tiene un potencial de crecimiento que sobrepasa con mucho la capacidad de crecimiento de los recursos alimenticios; y, por tanto, el crecimiento de la población tendrá que amoldarse de una manera u otra a las disponibilidades de alimentos.

Malthus señaló los frenos que actuaban sobre el crecimiento de las poblaciones humanas y los clasificó en dos grandes categorías: frenos positivos (que incrementan las tasas de mortalidad) y frenos preventivos (que reducen las tasas de natalidad). Entre los primeros incluía la guerra, el hambre, la miseria y las enfermedades; entre los segundos hablaba de vicio (aborto, contracepción) y de restricción moral (abstinencia sexual). A partir de estos argumentos sobre el crecimiento de la población y sobre los factores que frenan su crecimiento puede llegarse a la conclusión de que los salarios van a tender al nivel de subsistencia.

En sus Principios de Economía Política, Malthus incluye un capítulo dedicado a los salarios, en el que introduce las ideas sobre la población ya expresadas en las primeras ediciones del Ensayo. Malthus señala, como Cantillon y Smith, la relación creciente que existe entre el nivel de salarios y el tamaño de la población. Pero también señala que no se puede esperar que los salarios crezcan de modo sostenido en el tiempo debido al rápido ajuste que este crecimiento provocaría en la población y, por tanto, en la oferta de trabajo; y ello, sea cual sea el ritmo de acumulación de capital y de aumento de la demanda de trabajo.

Si la acumulación de capital es rápida y la demanda de trabajo aumenta de modo que los salarios crecen durante un período más o menos largo, es de esperar que se acelere el crecimiento de la población y, por consiguiente, el de la oferta de trabajo. Y este crecimiento de la oferta de trabajo hará que los que los salarios bajen hasta alcanzar el nivel de subsistencia. Del mismo modo se puede pensar que, si por cualquier razón, la acumulación de capital se hace más lenta, los salarios pueden caer temporalmente, incluso por debajo del nivel de subsistencia. Este nivel, según Malthus, depende de los hábitos y costumbres de cada país y viene históricamente determinado. Además es muy difícil que cambie a lo largo del tiempo debido a la “obstinación con que se adhieren las costumbres a toda clase de gente […]”.16

5. David Ricardo

Ricardo, al construir su modelo de crecimiento, consideró los salarios como una constante a largo plazo. Esa constante era aparentemente el nivel de subsistencia.17

Ricardo no formuló nunca expresamente este supuesto. Al inicio del capítulo 5 de sus Principios de Economía Política y Tributación señaló que el precio natural de la mano de obra era el que permitía perpetuar la raza sin incremento ni disminución; y un poco más adelante reconocía que el precio natural de la mano de obra no se podía considerar constante, sino que dependía de los hábitos y costumbres de la gente.18

La consideración del salario de subsistencia como una constante a largo plazo ha sido la interpretación tradicional de Ricardo, basada sobre todo en las reelaboraciones de Kaldor y Pasinetti. Algunos autores han reconstruido el modelo ricardiano con salarios variables, pero no parece que estas interpretaciones se acomoden estrictamente a las ideas originales de Ricardo. Más bien se trata de versiones refinadas del modelo básico.19 Por ello, nos atendremos aquí a la interpretación que atribuye a Ricardo un salario constante al nivel de subsistencia.

En esta línea interpretativa, el supuesto de salarios fijos implica que la oferta de trabajo es perfectamente elástica al nivel del salario de subsistencia. Pero en este caso una oferta perfectamente elástica no significa que haya desempleo, ni subempleo. En esta versión estilizada del modelo ricardiano de crecimiento se supone que hay pleno empleo en todo momento porque los ajustes malthusianos se producen con velocidad infinita. A medida que se reinvirtien los beneficios empresariales, la demanda de trabajo aumenta y la oferta de trabajo va creciendo al mismo ritmo, sin que los salarios se modifiquen.

6. John Ramsey McCulloch , Nassau William Senior y John Stuart Mill

En general, los economistas que siguieron a Ricardo (McCulloch, Senior y J. S. Mill, en concreto) aceptaron la tesis de los salarios de subsistencia aunque relativizaron el concepto al acentuar la nota sociológica.

John Ramsey McCulloch insistió en sus escritos en el carácter variable del salario de subsistencia (necessary wages, en sus términos).

Cuando se producía una subida de los salarios de mercado por encima del de subsistencia, este último aumentaba; ello se justificaba porque durante el periodo de dieciocho o veinte años que transcurría para que los efectos de ese aumento se dejaran sentir en la fuerza de trabajo mejoraban los hábitos de los trabajadores, quiénes además aprendían y ejercían un mayor grado de restricción moral.

No se producía, por tanto, una aumento de la fuerza de trabajo de forma que llevara al salario de subsistencia al nivel inicial, sino a un nivel más elevado.

Por otro lado, cuando el salario de mercado descendía por debajo del nivel de subsistencia solamente se produciría una disminución de la fuerza de trabajo, sin que se produjera, en este caso, ningún cambio de los hábitos de los trabajadores.20

Puede decirse, por tanto que lo que McCulloch plantea es un fenómeno de histéresis en el salario de subsistencia en los períodos en los que la demanda de trabajo aumenta y los salarios corrientes suben.

Nassau William Senior sostuvo con Malthus una larga polémica sobre su teoría de la población. Senior se oponía a Malthus con razones empíricas y aducía el ejemplo de Irlanda, que con ocho millones de habitantes (en aquella época), y, a pesar de ser un país pobre, podía considerarse más rico que en épocas anteriores, cuando la población había sido menor.

Esto contradecía, según Senior, la tesis de que la población creciese a un ritmo mayor que las subsistencias y que la miseria de la mayor parte de la población fuera el único resultado.21

Senior argumentó también que el temor de que los salarios no garantizasen lo que él llamaba deccencies (bienes que permiten mantener e incluso mejorar la posición social de un individuo y de su descendencia) era el principal obstáculo al crecimiento de la población en las sociedades modernas.

Consideró además la abstinencia sexual como el principal medio (freno preventivo) en el que se manifestaba ese temor.

John Stuart Mill expuso con claridad los fundamentos de la teoría malthusiana de la población en el capítulo 11 del libro segundo de sus Principios de Economía Política. En los capítulos 12 y 13 de ese mismo libro señaló las implicaciones prácticas de dicha teoría e hizo de ella un argumento en favor de la limitación del tamaño de la familia y del control de la natalidad.

No obstante, puede considerarse que, a pesar de estas matizaciones, se mantuvo la línea argumental de Ricardo sobre el papel del salario de subsistencia. En términos de Mill, “esta suposición (de Ricardo) es lo bastante exacta para que pueda admitirse para fines científicos abstractos[…]”.22

7. Algunas cuestiones sobre la visión clásica del salario de subsistencia

Vamos a plantear aquí tres cuestiones que los economistas clásicos dejaron sin aclarar en sus discusiones sobre el salario de subsistencia. La primera de ellas se refiere al propio concepto del salario de subsistencia. Los clásicos, en general, no trataron dicho salario como un mínimo biológico sino que lo interpretaron en términos sociológicos y culturales, con un valor que dependía de los usos y costumbres vigentes en cada época y en cada país.

Sin embargo, cuando describieron el proceso de crecimiento de la economía, tanto Ricardo como su antecesor Smith, recurrieron a una dinámica malthusiana bastante estricta que implicaba ajustes fundamentalmente biológicos. En general, los clásicos no se percataron de que el tipo de ajustes demográficos implícitos en la teoría malthusiana de los salarios no tienen un sentido claro cuando se abandona la perspectiva biológica.23

Una forma de interpretar los ajustes demográficos de la teoría de los salarios de subsistencia desde una perspectiva cultural y sociológica sería a través de una teoría de las decisiones familiares. Aunque de forma muy tosca, esta teoría puede construirse bajo el supuesto de que objetivo de la familia es maximizar una función de utilidad que depende básicamente del número de hijos.

En otros términos, el objetivo de la familia puede ser el siguiente: cuanta más descendencia mejor; la única restricción es la de mantener un nivel de bienestar que viene determinado por los usos y costumbres de la sociedad en cada momento. En este contexto, si el salario vigente es superior al de subsistencia, que garantiza el nivel de bienestar a mantener, la decisión de la familia es aumentar su tamaño en la mayor medida posible; si el salario vigente es igual al de subsistencia la familia mantiene su decisión respecto al número de hijos; la población se mantiene también constante. Por último, si el salario vigente es inferior al de subsistencia la familia toma la decisión de reducir su tamaño respecto al tamaño planeado para el caso de un salario igual al de subsistencia. La población, en este caso, se reduce.

La segunda cuestión a la que los clásicos no dieron una respuesta clara es la relación entre el salario de subsistencia y la teoría de los salarios relativos.

Cuando los economistas clásicos adoptan la perspectiva agregada y se enfrentan al análisis del mercado de trabajo en su conjunto recurren a la teoría del salario de subsistencia, de carácter esencialmente demográfico. Por otro lado, siendo conscientes de las diferencias salariales existentes, los clásicos (fundamentalmente Adam Smith) elaboran sus explicaciones al respecto sin relacionarlas con la idea del salario de subsistencia y los ajustes demográficos.

Bajo la consideración de diferentes mercados de trabajo perfectamente estancos, sin posibilidad de movilidad de trabajadores entre ellos, podría pensarse en ajustes malthusianos en cada uno de ellos que lleve a los salarios a largo plazo hacia el nivel de subsistencia. Ahora bien, bajo un entorno competitivo en el que se presupone que no hay obstáculo alguno a la movilidad del trabajo, como el que plantea Smith, los ajustes demográficos se combinarían con los ajustes generados por la movilidad de trabajadores entre distintas ocupaciones. No se tendría ningún resultado cierto en cuanto a la tendencia de los salarios hacia el nivel de subsistencia.

La última de las tres cuestiones que vamos a señalar se refiere a los ajustes demográficos en el modelo de crecimiento de Ricardo. El mecanismo población salarios implícito en el modelo de Ricardo se aplica únicamente a la clase trabajadora; ahora bien, ¿cómo se modificaría el modelo si los ajustes demográficos se produjesen también para las clases superiores (los terratenientes y los capitalistas)? Puede pensarse que cada una de ellas tendría su propio mínimo de subsistencia y ajustaría su tamaño a dicho mínimo. En cualquier caso, habría que considerar que dichas clases representan un porcentaje relativamente de la población total, de forma que las variaciones de la población se deben fundamentalmente a los ajustes de la clase trabajadora.


Notas
  • 1 El análisis clásico de los salarios relativos se aborda en el capítulo 3 del presente trabajo. Esta teoría, es decir, la teoría clásica de los salarios relativos, se debe fundamentalmente a A. Smith, aunque tiene claros antecedentes en Cantillon.
  • 2 No haremos en este capítulo referencia a Marx, cuyas ideas al respecto se discuten más adelante.
  • 3Bernard Mandeville (1729) La fábula de las Abejas o los Vicios Privados hacen la Prosperidad Pública. Traducción al castellano de la edición facsimilar de 1924 en Fondo de Cultura Económica de España, Madrid, 1997; p. 125.
  • 4 Ibídem, p. 190.
  • 5 R. Cantillon (1755), Ensayo sobre la Naturaleza del Comercio en General. Traducción al castellano en Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p. 34.
  • 6 Martín (1992) señala al respecto que los escritores mercantilistas ligaron el mantenimiento de los salarios al nivel de subsistencia a la consecución de una balanza comercial favorable y a consideraciones éticas sobre el carácter de los trabajadores asalariados. V. Martín Martín (1992), “Jornada, incentivos y pendiente de la curva de oferta de trabajo”, Revista de Economía y Sociología del Trabajo, número 15-16, enero-junio 92; pp. 164-174.
  • 7 R. Cantillon, Ensayo sobre la Naturaleza del Comercio en General, op. cit., p. 53.
  • 8 La cita corresponde a la selección y traducción al castellano de algunos textos de Turgot (entre ellos Réflexions sur la formation et la distribution des richesse [1766]): Cuadro Filosófico de los Progresos Sucesivos del Espíritu Humano seguido del Plan de Dos Discursos Acerca de la Historia Universal y de las Reflexiones sobre la Formación y Distribución de las Riquezas. Fondo de Cultura Económica, México, 1998; p. 91.
  • 9 Las bases de la teoría smithiana de los salarios se encuentran en el libro primero, capítulo 3, de La Riqueza de las Naciones. Aquí desarrolla Smith la distinción entre salario natural y salario de mercado y analiza los factores determinantes de la tendencia (nivel natural) de los salarios en el largo plazo. Una versión formalizada de esta teoría puede encontrarse en el capítulo 3 del libro de Irma Adelman (1961), The Theory of Economic Growth and Develoment, Stanford University Press. Existe traducción castellana de este libro en el Fondo de Cultura Económica, México, 1974.
  • 10 A. Smith (1776), La Riqueza de las Naciones. La primera versión castellana de esta obra es del Licenciado José Alonso Ortiz (1794), a partir de la cual hay una edición de Bosch Ed.(1955) y otra de Ediciones Orbis (1983). También se han editado en castellano la versión de E. Cannan, con introducción de E.Lerner (Fondo de Cultura Económica, 1958), la edición conmemorativa del bicentenario, a cargo de R. H. Campbell y A. S. Skinner (Oikos-tau, 1988) y la edición parcial de Carlos Rodríguez Braun (Alianza, 1996). La cita corresponde a la página 152, vol. I de edición de Oikos-tau, Barcelona, 1988.
  • 11 Ibídem, vol. I, p. 156.
  • 12 Ibídem, vol. I, p. 154.
  • 13 Esta interpretación ha atraído a algunos autores como Antonella Stirati. Al respecto puede consultarse los capítulos 3 y 4 de su libro The Theory of Wages in Classical Economics:A Study of Adam Smith, David Ricardo and their Contemporaries (1994), Edward Elgar, England (publicado originalmente en italiano bajo el título Salario e Mercato del Laboro nell´ la Economia Politica Classica (1991), Rosenberg & Sellier, Torino).
  • 14 La Riqueza de las Naciones, edición de Oikos-tau, op. cit., vol.II, pp. 408 y 409.
  • 15 La primera edición del Ensayo era una obra de reducida extensión escrita con la intención de criticar las ideas igualitarias que ciertos escritores, influenciados por los hechos e ideas de la Revolución Francesa, estaban defendiendo en Inglaterra. En la segunda edición de 1803 se introdujeron cambios notables, sobre todo en cuanto a extensión; el Ensayo pasó de ser un panfleto a convertirse en un verdadero tratado. En las siguientes ediciones las alteraciones en cuanto a extensión fueron de escasa importancia.
  • 16 T. R. Malthus (1836), Principios de Economía Política. Traducción del Fondo de Cultura Económica, México, 1977; p. 194.
  • 17 Una exposición rigurosa del modelo ricardiano en su versión tradicional, con salarios fijos, puede encontrarse en L. Pasinetti (1974): “A Mathematical Formulation of the Ricardian System”, en Growth and Income Distribution, Cambridge University Press. Existe traducción al castellano de este libro en Alianza Editorial. Madrid, 1978.
  • 18 D. Ricardo (1821) Principios de Economía política y Tributación. Traducción al castellano de la tercera edición en inglés. Ediciones Orbis, Barcelona, 1985, pp. 97-101.
  • 19 Algunos trabajos que pueden consultarse a este respecto son: D. Levy (1976) “Ricardo and the Iron Law. A Correction of the Record”, History of Political Economy, vol.8, nº 2, pp.235-52 Hicks y S. Hollander (1977) “Mr Ricardo and the Moderns”, The Quarterly Journal of Economics, vol. 91, nº 3, pp. 351-359. C. Casarosa (1978) “A New Formulation of the Ricardian System”, Oxford Economic Papers, vol. 3, nº 1, pp. 38-63. S. Hollander (1979), The Economics of David Ricardo, Heinemann, Londres. (Traducción al castellano en la editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1988). J. Hicks (1979), “The Ricardian Economic System: A Comment”, Oxford Economic Papers, vol. 31, pp. 133-34. J. Hicks (1979), Casualty in Economics, Basil Blackwell, Oxford. C. Casarosa (1985), “The “New” View of The Ricardian Theory of Distribution and Economic Growth” en The Legacy of the Ricardo, A. Caravale (ed.), Blackwell, Oxford, pp. 44-58. G. Costa (1985), “Time in Ricardian Models: Some Critical Observations and Some New Results” en The Legacy of the Ricardo, A. Caravale (ed.), Blackwell, Oxford, pp. 59-83.
  • 20 J. R. McCulloch (1864), The Principles of Political Economy, A. M. Kelley, Nueva York,
  • 1965; parte 1, capítulo 2, pp. 332 y siguientes.
  • 21 N. W. Senior (1829), Two Lectures on Population with a Correspondence between the Author and T. R. Malthus, en Selected Writings on Economics, A.M. Kelley, Nueva York, 1966, pp. 48 y siguientes.
  • 22 John Stuart Mill (1909), Principios de Economía Política, edición de W. J. Ashley. Traducción al castellano del Fondo de Cultura Económica, México, 1985; p.312.
  • 23 D. P. O´Brien destaca refiriéndose a McCulloch que éste sí que se dio cuenta de esta cuestión y formuló en varios de sus escritos una explicación al respecto. Sostuvo que los ajustes malthusianos sólo eran operativos en los países en los que los salarios estaban al nivel de subsistencia en términos estrictamente biológicos. Véase D.P. O´Brien (1970), J. R. McCulloch: A Study in Classical Economics, Londres: George Allen and Unwin Ltd., p. 362.

 

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